Si hablamos de educación viene a nuestra mente de forma inmediata una escuela, como puede ser una primaria, una preparatoria o una universidad. Sin embargo, este tipo de educación escolarizada involucra únicamente a niños y adultos jóvenes, privando por completo la participación de adultos mayores. Eso se debe a que comúnmente asociamos el envejecimiento con el declive físico y psicológico; no obstante, existen personas mayores que son completamente independientes, activas y que, además, aún están ansiosas por aprender. Por esa razón, uno de los aspectos que debe fortalecer la educación hoy en día es el aprendizaje constante y permanente de las personas, sin importar su edad, por lo cual las personas mayores deben seguir teniendo acceso a la educación y a los programas de capacitación.
Ahora bien, los adultos mayores sí tienen acceso a dichos servicios, pues a nadie se le niega una ficha para la universidad por la edad, por ejemplo, pero eso no significa que los programas de educación y capacitación sean diseñados en función de las potencialidades y habilidades cognitivas propias del envejecimiento. Al respecto, es preciso saber que el cerebro de una persona mayor, en condiciones normales, continúa desarrollando nuevas neuronas a lo largo de su vida y no existe una pérdida considerable de las mismas a diferencia de lo que se creía años atrás. Esa característica demuestra que los adultos mayores tienen las mismas capacidades de seguir aprendiendo que cualquier persona, aunque existen algunas diferencias sutiles con respecto a la población más joven y son precisamente esas características las que deben tomarse en cuenta en el diseño de programas educativos –escolarizados o no– para ese sector de la población.
En primer lugar debe aclararse que sí existe en los adultos mayores una leve declinación en la velocidad del procesamiento de la información; eso quiere decir que el cerebro es capaz de seguir aprendiendo, solo que a un ritmo más lento. Por ejemplo, les toma un poco más de tiempo traer recuerdos a la mente, o bien, almacenar nuevos datos, sobre todo si son datos que carecen de significado para ellos –lo que conocemos normalmente como “memorizar cosas”–, números telefónicos, listas de cosas, entre otros; sin embargo, la inteligencia cristalizada mejora gradualmente debido a la acumulación de información basada en las experiencias de vida de la persona, es decir, que aquellas aptitudes, habilidades y conocimiento aprendido, practicado y familiar está en su punto máximo.
También tienen dificultad para prestar atención a un contenido por largo tiempo, tal como un video largo o una película, lo que se conoce como atención sostenida, pero lo único que se necesita es acortar dichos contenidos. De igual forma, presentan dificultad para mantener la concentración en un entorno con varios estímulos, ya que pueden ser distractores, es decir, con la atención selectiva, pero únicamente deben minimizarse para mejorar el entorno de aprendizaje.
Asimismo, para un adulto mayor no será tan fácil prestar atención a más de dos tareas simultáneamente, lo que se llama atención dividida, pues su acción se dificulta, por lo que deberán generarse materiales que no presenten dichas características. Por último, se debe considerar que la capacidad verbal se conserva, específicamente de la información relacionada con los conocimientos generales y el nivel de vocabulario se mantiene estable e incluso mejora con la edad.
Esas son algunas de las características más relevantes en cuanto a las funciones cognitivas que aún conservamos durante nuestro envejecimiento y aquellas que se ven ligeramente afectadas y son precisamente todos esos elementos los que deben tomar en cuenta en el proceso de aprendizaje con dicha población.
Por supuesto que el aprendizaje de los adultos mayores tiene que ser activo, en correspondencia con las, no tan nuevas, propuestas pedagógicas que realzan el manejo activo de la información y su incorporación a la vida diaria, por lo que dentro de las estrategias utilizadas dentro del proceso de educación, no todas son adecuadas para ese sector.
Las estrategias de aprendizaje más comunes pueden ser de ensayo o repaso y de elaboración. El ensayo o repaso consiste en repetir reiteradamente la información que se debe aprender –ya sea de forma verbal o por medio de notas– y resulta útil si el material por aprender no requiere de un gran significado, por ejemplo, listas de números, palabras, fechas, entre otros. Por tal motivo, no se recomienda esta técnica en adultos mayores, ya que existe una menor capacidad de atención y de retención de información en la memoria de trabajo o a corto plazo, como también se le conoce.
La elaboración consiste en crear una imagen mental de la información con la finalidad de hacerla más significativa para la persona que quiere aprenderla; es decir, vincular lo que quiere aprenderse con el conocimiento que la persona ya posee a través de relacionar el contenido de un curso con otro, comparar lo que se escuchó en un programa con el contenido de una clase, tratar de aplicar el contenido visto en las experiencias cotidianas, etcétera. Esa estrategia resulta muy útil en el aprendizaje del vocabulario de una lengua extranjera, por ejemplo, y en los adultos mayores resulta idónea debido al uso de su experiencia y, a través de ellas, los adultos mayores podrán aplicar e integrar su aprendizaje a la realidad.
Por último, debemos resaltar el hecho de que mantener una actividad intelectual permanente, a través de una constante educación, favorece el desarrollo de nuestra reserva cognitiva y de nuestra plasticidad, que es la capacidad que tiene nuestro cerebro de suplir las deficiencias de sí mismo a consecuencia de alguna lesión. Y si a todo esto le sumamos los aspectos físicos, emocionales y sociales que pueden resultar beneficiados colateralmente con la inmersión del adulto mayor al ámbito educativo, en la medida en que el adulto mayor identifique dicha actividad como satisfactoria, tenemos como resultado una actividad altamente beneficiosa. Se puede lograr un aprendizaje permanente si se diseña una intervención educativa que tome en cuenta la capacidad cognitiva de los adultos mayores de una manera eficaz. Si usted tiene pensado ofertar programas educativos o de capacitaciones dirigidas a adultos mayores, no debe olvidar tomar en cuenta esos elementos, ya que son indispensables. Y si usted se pregunta si puede continuar aprendiendo a pesar de la edad, la respuesta es sí, sí puede. Si existiera alguna duda en cuanto al diseño instruccional para adultos mayores, o bien, si las capacidades cognitivas se consideran normales para nuestra edad, debemos acudir con un gerontólogo o con algún especialista en gerontagogía para realizar una valoración e intervención adecuada.
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